VALENCIA/ESPANHA
– (Texto em idioma espanhol) -En estos tiempos un tanto convulsos, la villa de
Ontinyent en Valencia da ejemplo de tolerancia y buena convivencia. Aquí no hay
distinciones, todos sus habitantes son a un tiempo moros y cristianos.
Claro que se trata de una fiesta, una de las muchas que
conmemoran el enfrentamiento en el siglo XIII entre los ejércitos de la media
luna y el de la cruz. Un fiesta que aquí se celebra desde 1.860, siendo una de
las más antiguas de España y en la que la única rivalidad entre ambos grupos,
su única lucha, está en demostrar quién tiene los mejores trajes, comparsas y
músicas. Tras los desbordantes desfiles todos –sarracenos y cristianos– se
funden en la alegría, la música y la celebración.
Farsa,
disfraz, belleza, luz, color, música, pólvora...
Esos son los elementos esenciales de las fiestas de Moros
y Cristianos que se celebran en distintos lugares de España –especialmente en
Valencia y Alicante– y también en algunos de América Latina. Más de 300
localidades recrean los enfrentamientos que hubo en la Edad Media entre los
seguidores de la cruz y los de la media luna. Por lo general, las actuales
fiestas se hacen en honor del santo patrón de la ciudad que, además, tiene un
papel fundamental en la batalla ya que, gracias a su intervención súbita, la
victoria cae a favor del bando cristiano, a pesar de la superioridad numérica
de las tropas árabes.
Diversión
popular
Estos enfrentamientos rituales son un fogoso y
rejuvenecido rescoldo de una de las modalidades de diversión popular más
profusamente implantadas en la Península y transportada por los españoles a
todas las áreas por las que extendieron su cultura. Y este fenómeno abarca por
lo menos ocho siglos. En esencia, la fiesta de Moros y Cristianos consiste en
una representación de teatro popular, expresando el combate entre el bando de
los héroes –los cristianos– y los enemigos –los moros–. Dentro de este esquema
argumental mínimo tienen cabida variaciones sorprendentes, especialmente con
los personajes.
Variantes
imaginativas
Por ejemplo, en cierta localidad aragonesa la batalla
final rememora el combate naval de Lepanto, con las galeras de cartón que
simulan ser la flota cristiana capitaneadas nada menos que por Carlomagno; en
tierras mexicanas lo mismo se representa un desembarco turco en Yucatán, el
desafío entre el Cid y Pilatos, rey de Granada o la inclusión tanto de los
moros como de los cristianos en las huestes que siguen al apóstol Santiago en
su lucha contra los indios paganos. En los Andes peruanos el bando rival de
Santiago y los cristianos está formado por demonios; en el occidente de
Portugal es el jefe cristiano san Jorge quien necesita la ayuda de un ángel
para liberar a la doncella cautivada por los turcos; y en Andalucía lo mismo
son el obispo de la Sevilla visigoda, san Isidoro, que la abuela de Jesús,
santa Ana, quienes proporcionan la victoria a las tropas de la cruz.
Celebración
Como se ve, existen muchas variantes de esta celebración,
ya que cada localidad, en consonancia con su propia historia, añade elementos
diferenciadores a la estructura común de las fiestas. Por su espectacularidad,
destacan las fiestas de Alcoy y Villajoyosa, ambas declaradas de Interés
Turístico Internacional. No menos importantes son las de Ontinyent, declarada
Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2010 y que aspira a ser de Interés
Turístico Internacional.
La
fiesta
Es una fiesta diferente, donde el rigor histórico no
siempre es importante. Aunque la celebración comenzó a raíz de la toma de
Tetuán por las tropas españolas en 1860, también se conmemora la liberación de
la villa de Ontinyent por Jaime I en el siglo XIII. Tampoco en lo religioso, donde
se unen la vieja celebración de la Mare de Déu Gità, titular de la parroquia
más antigua y la gratitud mostrada a la imagen del Santíssim Crist de l’Agonia,
decisiva en el triunfo cristiano. Y tampoco en el folclórico y musical.
Disfraces de distintas épocas incluso con incorporaciones muy modernas conviven
en los desfiles de cristianos y moros, y unos y otros se emocionan con el himno
oficioso de fiestas y de la ciudad, la marcha mora “Chimo” del Maestro José
María Ferrero, mientras se escuchan también populares pasodobles –con el
histórico “Mahomet” de Juan Cantó a la cabeza– que se imponen sobre los truenos
de trabucos, arcabuces y espingardas.
Un
amplio programa
Las fiestas de Ontinyent suelen celebrarse seis días
alrededor del último fin de semana de agosto, este año del 17 al 25 de agosto,
y empiezan el domingo con el desayuno de la Lágrima y el Pregón de
Fiestas-Presentación de Cargos. En los días que siguen, la Semana Grande, se
organizan distintas actividades lúdicas.
JUEVES - El jueves tiene lugar uno de los momentos más
espectaculares, con la entrada de Bandas de Música, que concluye con la
interpretación conjunta del himno oficioso de fiestas y de la ciudad. Por la
noche tienen lugar los Alardos, un muy concurrido desfile de disfraces.
VIERNES - El viernes por la mañana está la Entrada
Infantil, y por la tarde la Entrada Cristiana y la Entrada Mora. Una
manifestación fantástica de color y de música, donde destacan las comparsas
capitanas, que se engalanan para presumir de eso, de capitanía, y se esfuerzan
por sorprender a un público expectante que espera el momento culminante de ver
aparecer a sendos capitanes que salen con su comparsa al final de la Entrada
correspondiente.
SÁBADO - El sábado empieza con la primera diana y sigue
con el acto del Contrabando y, desde hace pocos años, con la inauguración del
Mercado Medieval instalado en el barrio de la Vila. Por la tarde se hace la
Bajada del Cristo, el acto más singular, junto al Contrabando, de las fiestas.
Por la noche, y como un recuerdo de la antigua Nit del Riu se hace un
“correfoc”, algunas comparsas desfilan en retreta, se dispara un castillo de
fuegos artificiales y hay una actuación musical.
DOMINGO - El domingo se celebra la diana de gala, la misa
mayor, el homenaje a los ancianos del Hospital de Beneficencia y la procesión.
El lunes es el turno de los disparos de arcabuces y las embajadas. El martes
empieza el novenario al Cristo, y siempre ha sido un día de descanso conocido
como de l’Eixabegó.
Organizadores
Ahora mismo son veinticuatro comparsas las que organizan
la fiesta y desfilan. El bando cristiano esta formado por Almogàvers, Asturs,
Llauradors, Cides, Mariners, Bucaners, Estudíants, Gusmans, Arquers, Cruzados,
Contrabandistes y Fontanos. El bando moro cuenta en sus filas con los Moros
Espanyols, Saudites, Mudèjars, Mossàrabs, Taifes, Moros Berberiscos, Moros
Marinos, Xanos, Omeies, Benimerins, Abencerraigs i Kàbiles.
En estos desfiles se puede contemplar todo un espectáculo
de luz, color y música. Cada comparsa luce un traje donde mezcla la imaginación
con la tradición, con un promedio de un centenar de personas desfilando, aporta
las bandas de música necesarias para el número de participantes. La música,
genuina de estas fiestas, arranca sus sones con los alegres pasodobles
cristianos o las majestuosas marchas moras y cristianas compuestas
exclusivamente para las fiestas. Y todas las comparsas con niños y niñas, sus
filas masculinas y sus grupos femeninos.
Em
definitiva
Es una explosión de imaginación, de alegres notas musicales,
de matices, colores y luz características del Mediterráneo, que congregan cada
una a un millar de festeros y alrededor de un número igual de músicos, más
carrozas, artilugios, teatro en la calle, ballets, representaciones, alegorías,
vestidos lujosos y multicolores, serpentinas, confetis...
Y siempre,
trabucazos y más trabucazos. Ojalá toda la pólvora del mundo se gastara así:
disparándose de manera lúdica y festiva.
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